sábado, 29 de noviembre de 2008

Hogar: ¿Lugar seguro?

Lo que a continuación escribimos no es una reseña estadística, ni mucho menos casos reales en donde se compruebe el hecho; lo que escribimos es una opinión reflexiva, algo que debe ser tomado en consideración desde ahora, para evitar más problemas psicológicos y sociológicos en las personas que lo sufren.


El hecho existe. Para empezar, nombraremos el primer núcleo social en donde entra el ser humano: la familia. Se le da este status precisamente porque aquí la persona aprenderá a desarrollarse como "un hombre o una mujer de bien". Aquí adoptará o aprenderá a llevar según su personalidad las costumbres, religión, gustos, ideología, conciencia, toda una gama de factores sociales que debe aplicar la persona fuera de ese núcleo, en el ambiente externo. Aquí aprende lo básico y, cuando ya tenga noción de las cosas, pasará por un estado de transición y formación de ideas y otros factores más hasta formar la personalidad. La personalidad es lo que nos hace únicos, lo que nos distingue de otros hombres y otras mujeres, es nuestra Alma Máter, algo intangible, lo que nos define como seres racionales. En algunos casos.

Hablaremos del único núcleo que nos interesa por ahora: la familia, el hogar. Ya dijimos que aquí se aprende lo básico, lo esencial para enfrentarnos a la sociedad. Pero todo esto depende también de la enseñanza y de la actitud que tomen los "maestros" o "agentes" de este núcleo social: los padres. Y no solamente ellos, sino también todos los familiares que tengan contacto directo con la persona en formación.


Cuando la actitud tomada por los familiares directos hacia los niños o hacias las madres de estos no es la correcta, entonces ocurre un desequilibrio en el hogar. Muchos casos tratados de violencia familiar son causados principalmente por el padre de los niños. Las razones abundan en este sentido: alcoholismo, desempleo, trastornos mentales, desequilibrio emocional, falta de paciencia, y, podremos numerar muchas causas más.

En efecto, el alcoholismo es una de las causas que con más frecuencia provocan la actitud violenta del agresor, éste no llega a medir las consecuencias de sus actos y por ende causa destrozos en el hogar, tanto materiales como psicológicos. La herida que deja a su paso es tan grande que difícilmente se cerrará. Al último, el agresor tiene un sentimiento de culpa, jura que no lo volverá a hacer, pero los efectos del alcohol son devastadores; se repite después de un tiempo la misma escena, y deja peores resultados.


Las consecuencias que traen este tipo de actitud pueden ser variadas, algunas de mayor gravedad que otras: homicidio, maltrato al menor, violación, divorcio, todas ellas son sinónimo de la ruptura del hogar ante el hecho. El agresor incluso llega a perder a sus hijos y puede ser encarcelado con la respectiva denuncia.

Pero la violencia no sólo abarca a los padres; incluso los hijos pueden llegar a tener este tipo de actitud, evidenciado por la falta de paciencia que tienen hacia las órdenes de los padres y las reglas que se les impone, o simplemente malas compañías y episodios familiares que provocan el odio de ellos hacia sus progenitores.

Este es un problema social, y afecta a la mayoría de los hogares. Es realmente perturbante hablar de esto puesto que sin la debida corrección de los padres y de su actitud, estarían ayudando a crecer la delincuencia en la ciudad, debido a la mala formación que tuvo esa persona y a los continuos abusos, ya sea del padre o de la madre.

Por lo tanto, es deber colectivo crear conciencia y tener estas bases que nos ayude a criar bien a un hijo, que nos ayude a enseñarles lo que es honestidad, lo que es ética, lo que verdaderamente significa una familia: un núcleo social donde predomina la palabra "AMOR". O al menos eso es lo que se busca.



Por danAEl y Gabriela Carreño.

1 comentario:

EDITA GRIJALVA dijo...

Hola Daniel;
Te felicito por tu manera de escribir.
Suerte.